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domingo, 13 de diciembre de 2009

Me gusta el compromiso. Creo que es indispensable para conseguir el éxito y la felicidad.

Siempre me ha gustado el compromiso. Hace que me sienta segura: tanto de mí misma como de quienes se comprometen. Y con los años, he aprendido que el compromiso es mucho más que seguridad. Es una condición indispensable para alcanzar el éxito (aunque no lo garantiza) y también, es una fuente de felicidad. Me explico...

Creo que en la vida real, no existen varitas mágicas que hagan que las cosas sucedan. Los resultados llegan porque los hemos buscado y muchas veces, tardan más de lo esperado…

La meta que cada uno se fija, y con la que se compromete, puede ser de muchas índoles. Comprometerse con una pareja, con una causa, con la obtención de un título universitario, con una idea, con una empresa, con una iniciativa, con los amigos, con la familia, con un proyecto común, con un objetivo social, deportivo, económico, con una cifra de ventas, con perder peso…

Lo importante es saber lo que uno quiere conseguir -tener una meta- y dirigirse con decisión hacia ella. Sin escatimar esfuerzos. Sin abatirse ante las dificultades. Sin distraerse por el camino. No resulta fácil, desde luego que no. Y es un proceso interior, no puede venir impuesto.

Incluso habiendo adquirido un profundo compromiso, a veces es difícil conseguir el objetivo. Pero sin comprometerse, alcanzar una meta ambiciosa, suele ser imposible.

Y en tales casos, no me vale la frase “Si no ha sido, es que no tenía que ser…” Porque antes de llegar a esa conclusión, habría que preguntarse: ¿Has hecho algo para conseguir eso “que no tenía que ser”? ¿Estabas preparado/a cuando la oportunidad llamó a tu puerta? ¿Subiste al tren cuando paró en tu estación o te limitaste a ver como se alejaba?

Desde luego, el compromiso tiene un coste de oportunidad: hay que renunciar a lo que no se elige. Si se trata de una persona, al resto de parejas posibles y tal vez a ciertas aficiones; si de una carrera universitaria, deberemos dedicar parte de nuestro tiempo a ir a clase y a estudiar; si de una idea, de las contrarias; si de perder peso, de comer lo que engorda,... y así sucesivamente. Pero me parece un precio más que razonable a cambio de los interesantes beneficios que supone el compromiso: mayores posibilidades de éxito y una garantía de felicidad.

Y es que también me ha demostrado la experiencia que las personas comprometidas son más felices. ¿Por qué? Porque el esfuerzo que realizan para conseguir su objetivo, las cosas a las que tienen que renunciar al recorrer el camino hacia su meta, tienen entonces sentido. Enfrentan esos inconvenientes con ilusión, porque saben que ya están más cerca de lo que anhelan. Eso es la felicidad: disfrutar con lo que se hace en cada momento.

Da felicidad el trabajo bien hecho, el reconocimiento y, sobre todo, alcanzar lo que nos habíamos propuesto.

Víctor Frankl en su libro “El hombre en busca de sentido” describe su experiencia en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial. Observó este escritor que, a pesar de las insufribles condiciones de vida, 1 de cada 28 personas, sobrevivía. Pero lo más interesante es que los que vivían, no eran ni los más fuertes, ni los más sanos, ni los más inteligentes: eran los que tenían una meta. Por ejemplo, ver de nuevo la cara de su mujer, escribir lo que allí habían vivido, volver a su casa,… Lo importante no era la meta en sí, sino el hecho de tenerla, porque eso es lo que les daba fuerzas para seguir adelante.

Yo he comprobado que la vida está llena de altibajos: a los momentos felices, les siguen otros más difíciles. Y creo que es entonces cuando más necesitamos tener una meta y comprometernos profundamente con ella, porque eso nos da la fuerza necesaria para salir adelante.

Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad.
Es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones.
Es la acción, que dice más que las palabras.
Es encontrar tiempo cuando no lo hay.
Es cumplir con lo prometido cuando las circunstancias se muestran adversas.
Compromiso es el material con que se forja el carácter para poder cambiar las cosas.
Es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo.
Shearson Lehman

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Nueva sección: La canción del post.
La canción de este post es You've got a friend in me (Porque entre otras muchas cosas, estoy comprometida con mis amigos.)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fabulosa reflexión sobre una palabra de la que huye el 99,99% de la población ya sea en una relación amorosa o en la vida en general.
200% de acuerdo contigo.
Desirée

Gemma Cernuda dijo...

Gracias Myriam!
Constato que es amiga de sus amigas!
You also "have a friend in me"
Nos debemos un cafe... O un vino :-)

Myriam Rius dijo...

¡Gracias Gemma! ¡Nos vemos muy pronto!